Kirk Douglas y la teoría de los tres famosos muertos
En
“La Lista Negra” (última y una de las mejores
películas de las cinco en las que Clint Eastwood interpretó a Harry Callahan)
se menciona la teoría de que los famosos se van de tres en tres. Por lo visto,
el origen de esta teoría está en el accidente de avión que mató a Buddy Holly,
Ritchie Valens y The Big Boppper. Puede parecer absurdo y, sin duda, es casualidad,
pero, desde que vi la película, siempre me fijo en eso y suele ocurrir más de
lo que os podéis imaginar.
En
estas últimas semanas, el cine ha perdido a tres grandes nombres, tres hombres
de estilos y nacionalidades muy diferentes pero cuya aportación al séptimo arte
es grandiosa, dejando un gran legado tras ellos.
El
primero fue Terry Jones, miembro del grupo cómico británico Monty Python. Nacido
en Gales, era el único de los cinco Python originales que no era inglés (después
se les añadiría el norteamericano Terry Gilliam). Por su baja estatura, solía
interpretar a conservadores puritanos y a mujeres en los sketches, destacando
su interpretación de la madre de Brian. Jones se
encargó de la dirección de las películas del grupo cómico, según él, lo hacía
porque nadie más quería hacerlo. Pero, modestia aparte, demostró ser un gran
director con títulos que ya son un clásico. Tras los Python, dirigió y escribió
otras películas, entre las que destaca su guion en “Dentro Del Laberinto”.
José
Luis Cuerda inició su carrera en TVE, debutando como director de cine en los ’80.
Su película “El Bosque Animado” marcó un antes y un después en su carrera, con
un sentido del humor absurdo y surrealista que marcaría gran parte de su
filmografía, destacando “Amanece, Que No Es Poco”, una comedia donde el absurdo
se lleva hasta el límite que hoy ya es toda una película de culto del cine
español con legiones de fans. Película que incluso tiene un museo en la ciudad
en la que se rodó. Con cintas más serias como “La Lengua De Las Mariposas”, Cuerda
demostró que en cualquier género era capaz de rodar una obra maestra. Como
productor, destaca por ser el responsable de las primeras películas de
Alejandro Amenábar.
Es
indudable que Kirk Douglas era un gran actor, no hay más que verle interpretar a Espartaco o a Van Gogh.
Su larga filmografía incluye todo tipo de géneros, ya sea en el de aventuras,
en el bélico, en la comedia o en el western, Douglas siempre destacó en sus
películas. Pero sería muy injusto calificarlo sólo como actor, su aportación al
mundo del cine va mucho más allá.
Douglas
debutó en 1946 con la genial “El Extraño Amor De Martha Ivers”, donde su papel era muy pequeño, pero los estudios vieron que su
talento estaba desperdiciado. No tardó en convertirse en toda una estrella,
trabajando con muchos de los de los directores más importantes de su tiempo.
Kirk Douglas apoyó a muchos cineastas perseguidos durante la caza de brujas anticomunista,
dándoles trabajo cuando nadie en Hollywood se atrevía a hacerlo.
A
finales de los ’50, Stanley Kubrick lo ficha para “Senderos De Gloria”
invirtiendo en él la mayor parte del presupuesto que tenía para la película.
Una gran inversión ya que, pocos años después, durante el caótico rodaje de “Espartaco”,
la película se queda sin director y Douglas propone a Kubrick para dirigirla
amenazando con abandonar el rodaje si no es así. Douglas estaba harto de
directores que abandonaban y confiaba en la profesionalidad de Kubrick. Fue la
primera película de gran presupuesto del director y la que le abrió camino a
rodar todas las obras maestras que vinieron después. No estoy diciendo que sin
Kirk Douglas no existiría el cine de Kubrick, pero lo cierto es que, sin esa
primera oportunidad, nunca podremos saber qué habría ocurrido.
Douglas
también fue el responsable de otra gran obra maestra del cine “Alguien Voló
Sobre El Nido Del Cuco”, algo sobre lo que ya escribí en este blog y podéis
leer en este enlace.
En
su vejez, se refería a sí mismo como “el padre de Michael Douglas”, dando a
entender que su hijo se había ganado la fama por mérito propio, no por ser hijo
de él, y que se debe tener en cuenta a las nuevas generaciones, no a las viejas
glorias. A mediados de los ’90, una trombosis lo dejó casi paralizado sin
apenas poder hablar, la Academia de Cine decide darle el Óscar honorífico
pensando que moriría pronto. Douglas aún viviría 25 años más recuperando gran parte
de su movilidad y demostrando tener una salud de hierro. En una ocasión afirmó,
seguramente con razón, que nunca había ganado un Oscar antes por su ideología
de izquierdas.
Con Kirk Douglas se
va el último de los actores del cine clásico de Hollywood, pero él y su hoyuelo
en la barbilla vivirán por siempre en sus películas, así como Terry Jones y
José Luis Cuerda. Esa es la principal magia del cine.
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