1929 Frau Im Mond (La Mujer En La Luna) Fritz Lang


En los años ’20 aún no existía el término “ciencia ficción” y, todo lo relacionado con él, no levantaba un interés especial. Sin embargo, Fritz Lang era una excepción, tras el éxito de su obra maestra “Metropolis”, retoma el género llevándolo mucho más allá. Basada en una novela escrita por su esposa Thea Von Harbou quien, junto a Lang, también se encargó de escribir el guion.
“La Mujer En La Luna” es una película muy adelantada a su época que ayudó a definir el género y se anticipó décadas a lo que la ciencia ficción realista que trata de aplicar la ciencia más moderna y exacta. Es la primera vez en que la historia “fantástica” se justifica por medio de elaboradas y creíbles explicaciones científicas con el fin de que, lo que se nos cuenta, no nos parezca tan improbable. La influencia en posteriores películas como “2001” o “Interstellar” es más que evidente.
Se divide en dos mitades: Fritz Lang dedica toda la primera mitad a razonar científicamente cómo podría ser posible un viaje a la Luna, así como a la fabricación y explicación del funcionamiento del cohete. Varios de estos detalles científicos fueron utilizados décadas más tarde en la carrera espacial.
La segunda mitad es todo lo contrario: una aventura fantástica que ya nada tiene que ver con lo científico, sólo hay que ver que los protagonistas pueden respirar y caminar con toda tranquilidad por la Luna sin ningún tipo de traje espacial.
A Lang, con el fin de utilizar la menor cantidad de textos posibles, se le ocurrió que no se podía contar hasta 10 para la escena del lanzamiento si antes no se explicaba que, al llegar al 10, el cohete eyectaría. Por lo que pensó hacer una cuenta regresiva, así todo el mundo sabría que, al llegar al 0, algo pasaría. Esto se copió al lanzar el primer cohete al espacio y se convirtió en una tradición que llega hasta nuestros días.
“La Mujer En La Luna” fue la última película muda de uno de los mejores directores de este tipo de cine. Dos años después, debutaría en el sonoro con la magnífica “M”.


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