1975 Pink Floyd: Wish You Were Here
Durante un ensayo de la banda, David Gilmour comienza a improvisar un riff
con su guitarra. A Roger Waters le resulta interesante, se lo aprende y
comienza a componer una letra a partir de él.
Así nace “Wish You Were Here”, uno de los temas más conocidos de toda la
discografía de Pink Floyd, aunque curiosamente, nunca fue publicado en single.
Sí sirvió para dar título a su noveno álbum, un disco muy esperado después del
gran “The Dark Side Of The Moon”.
La canción es un emotivo homenaje a Syd Barrett, miembro fundador de Pink
Floyd que abandonó la banda en 1968 por problemas mentales causados por el
abuso de drogas. A pesar de su corta estancia en Pink Floyd, Barrett marcó los
primeros trabajos de la banda con su estilo único muy influenciado por el rock
psicodélico. En ocasiones, Waters ha negado este hecho alegando que la letra,
al igual que la de la mayor parte de sus canciones, habla sobre él mismo. Pero
Gilmour afirma que cada vez que Pink Floyd ha interpretado en directo “Wish You
Were Here”, todos tienen en mente a Syd Barrett. ¿A quién creer? que cada quien
elija, personalmente creo más a David Gilmour.
“Wish You Were Here”, unido a “Have A Cigar” en el álbum, inicia con el
sonido de una radio cambiando de emisora hasta encontrar la que emite la
canción. Gilmour grabó esta primera parte en su guitarra de doce cuerdas (la
misma con la que tocó por primera vez el riff en el que se basó la canción), a la
que se añadió el efecto de la radio, para pasar a la toma definitiva, ya con el
sonido final.
En esta primera parte, se puede escuchar a alguien toser. Durante años, existía el rumor de que nadie lo notó hasta que el álbum ya se había publicado, y que el accidente sirvió para que Gilmour dejara definitivamente de fumar. Años después, él mismo lo desmintió, una vez más, cada uno que se quede con la versión que prefiera.
Roger Waters definía “Wish You Were Here” como una de las mejores colaboraciones entre él y David Gilmour, definiéndola como una “sencilla canción country”, quizás esa supuesta sencillez es la que la convierte en uno de los mejores trabajos de Pink Floyd.
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